Hace unas semanas, Estados Unidos dio un giro que reconfigura el mapa global de los minerales: incluyó al cobre en su lista de minerales críticos. Puede sonar técnico, pero es un cambio profundo. Por primera vez, la mayor economía del planeta reconoce que el cobre, hasta ahora considerado abundante, es tan estratégico como el litio, el cobalto o las tierras raras. Para Chile, primer productor mundial, esta es una señal que no admite indiferencia.
Durante años, Washington había dejado al cobre fuera de su radar, confiado en su producción interna y en la diversidad de proveedores globales. Esa confianza se agotó. La transición energética y la electrificación lo han convertido en un recurso irremplazable: motores eléctricos, cargadores, turbinas eólicas, paneles solares y redes inteligentes dependen de un metal cuya demanda podría duplicarse en dos décadas.
La decisión estadounidense no es simbólica. Supone financiamiento federal, subsidios y acuerdos preferenciales. En otras palabras, el cobre deja de ser un simple “commodity” y se convierte en un activo geopolítico de primer orden.
Oportunidad y riesgo para Chile
Chile concentra el 27% de la producción mundial y más del 20% de las reservas conocidas. Que EE.UU. declare al cobre como crítico convierte automáticamente a nuestro país en un socio estratégico para la seguridad energética y tecnológica de Occidente. Pero la ventana de oportunidad es estrecha.
Mientras EE.UU. ya tomó la decisión política y la Unión Europea incorporó al cobre en 2024 en su Critical Raw Materials Act, Chile recién cerró su comité consultivo para definir su propia lista. El riesgo es evidente: el mundo avanza hacia alianzas, contratos de largo plazo y certificaciones de trazabilidad que Chile aún no institucionaliza.
Además, nuestra balanza comercial es vulnerable: más del 50% del cobre y cerca del 70% del litio se exportan a China. La inclusión en la lista de EE.UU. abre la puerta a diversificar socios y consolidar vínculos con Occidente, particularmente a través de la Mineral Security Partnership. Si Chile no actúa rápido, puede quedar atrapado en una dependencia asimétrica que reducirá su margen de negociación en un escenario de rivalidad creciente entre potencias.
Una estrategia pendiente
La lección es clara: Chile debe reconocer oficialmente al cobre como mineral crítico y darle un rol central en su estrategia nacional. No basta con ser el mayor productor, el desafío es liderar en sostenibilidad, innovación y alianzas estratégicas.
Cuando EE.UU. llama al cobre “crítico”, Chile no puede seguir discutiendo en abstracto. El futuro no se definirá solo en cuánto producimos, sino en cómo lo producimos, con quién nos integramos y qué capacidades construimos.
El cobre siempre fue importante para Chile. Hoy es crítico para el mundo. Y eso lo cambia todo
Fuente: Reporte Minero