Minería, cultura y patrimonio

“Chile, fértil provincia y señalada /en la región antártica famosa/ de muchas naciones respetada/ por fuerte, principal y poderosa / (Alonso de Ercilla y Zúñiga)”

Así, describió el poeta nuestro país, no alcanzó a captar la impronta minera que adquiere con los años, además de su cultura y su patrimonio.

A estos tres conceptos destinaré estas breves letras con la esperanza de que sus habitantes  reflexionen sobre su importancia y significación.

 El territorio nacional se expandió con la incorporación de Tarapacá y Antofagasta y con ello, también se amplió la minería tradicional.

El llamado “Hombre de Cobre”, momia de un pirquinero calameño que apareció en un derrumbe en los inicios del yacimiento Chuquicamata, amplió el horizonte histórico minero de la época pre hispana, y la dedicación a la actividad extractiva de los hombres de estas tierras donde la minería no solo crea cultura, sino que imprime carácter a quienes la cultivan a través de la geografía nacional, extrayendo casi todos los elementos de la Tabla Periódica. 

El oro, que fue el gran incentivo para que las huestes hispánicas avanzaran hacia el sur, dio origen a un ciclo aurífero que sustentó la conquista.

Más tarde, en Agua Amarga, Chañaralillo y otros yacimientos, se inició el ciclo de la plata que contribuyó a reunir fondos para la organización de la república. Con la llegada a Chile del alsaciano Carlos Lambert en 1830, que introdujo el llamado “horno de reverbero”, se inicia el ciclo de cobre que se mantiene hasta el presente, donde Chile es un líder mundial.

En el siglo XIX, aparecen otras estrellas minerales: el Salitre y el Yodo.

El Salitre y sus derivados, significaron para la minería nacional un enorme avance.  No solo en lo económico como actividad monopólica de carácter mundial, sino en lo tecnológico donde su contribución industrial revolucionó toda la economía nacional.

A principios del siglo XX, la llegada de los norteamericanos con William Braden a la cabeza le puso “pantalones largos” a la minería del cobre, impulso que dura hasta el presente. Otros actores se han incorporado a esta minería de nivel mundial. Últimamente, el  litio 

Todo esto generó un enorme patrimonio industrial, sobre todo en el llamado “norte grande”, gran parte del mismo, con el colapso salitrero, quedó abandonado o sufrió un deterioro imparable.

La actividad minera ha originado una cultura especial, que se manifiesta en diferentes expresiones: en el idioma, creó términos propios; en las costumbres, complementó las agrícolas tradicionales, alteró modalidades de trabajo, etc. Sin embargo, se le califica: “Chile, es un país minero con falta de cultura minera”. No se ha tomado conciencia de que somos sexta potencia minera mundial. La falta en nuestra capital de un Museo Minero que recoja y almacene el patrimonio minero y metalúrgico del país, es una muestra palpable más de esta realidad.  Por eso estamos empeñados en unir fuerzas en la Región Metropolitana, rescatando la casa-habitación del Sabio Ignacio Domeyko, ubicada en calle Cueto del Barrio Yungay, Santiago Centro, como un espacio cultural ligado a la minería y buscando recuperar la Comuna Lo Barnechea, como la “Comuna Minera” de la Región Metropolitana, por su importante pasado y presente ligado al sector.

 

Por Gastón Fernández, abogado