Hacia un futuro sostenible: el rol transformador del hidrógeno verde en Chile

Hay que aprovechar esta ventana de oportunidad única para el país, transformando a esta industria en un pilar para el desarrollo, manteniendo los más altos estándares medioambientales y en pleno cumplimiento de las reglas del comercio internacional

 

Uno de los legados del segundo Gobierno que me tocó encabezar tuvo que ver con el fuerte impulso para que las energías renovables fueran parte clave de nuestra matriz energética. En ese periodo, propiciamos la irrupción masiva de las energías renovables no convencionales, pasando del 5% a casi un 20% de nuestra matriz energética. La generación solar tuvo un lugar destacado en este aumento, multiplicando por 200 veces la capacidad instalada en centrales solares. En marzo de 2014, habían 11 MW de capacidad solar instalada y al final de mi mandato aumentó a 2.100 MW, llegando a 81 plantas solares en operación.

Ese primer tiempo de la transición energética fue muy exitoso pero, como se ha señalado actualmente, debemos hacernos cargo de un segundo tiempo que busca consolidar lo alcanzado hace algunos años y aquello, evidentemente, impone muchos desafíos.

Uno de ellos tiene que ver con corregir los atrasos en materia de transmisión, otro con implementar el desarrollo de nuevas tecnologías como el almacenamiento y también seguir fortaleciendo los equipos técnicos a cargo de los permisos de tramitación ambiental.

Porque si bien es cierto que debemos trabajar con la mayor rapidez y eficiencia posible para cumplir con los objetivos que impone la transición energética, eso no nos puede hacer olvidar que hoy contamos con un Ley Marco de Cambio Climático que obliga al Estado a ser más responsables con el medioambiente.

Este Gobierno, de hecho, se está haciendo cargo del segundo tiempo. Durante este año se lanzó la Agenda de Segundo Tiempo que, entre otras medidas, contempló el ingreso del Proyecto de Ley de Transición Energética que busca hacer más eficiente los avances que requerimos en materia de transmisión eléctrica y fomentar una nueva tecnología, el almacenamiento de energía, que nos permitirá no desperdiciar la energía renovable que hoy producimos.

Pero también este segundo tiempo nos impone desafíos claros respecto a las nuevas industrias y las oportunidades que tiene Chile con su inmensa fortaleza natural en el norte y en el sur para el impulso de nuevas industrias y, especialmente, la del hidrógeno verde. Hace algunos meses fui invitada por el ministro de Energía, Diego Pardow, a ser parte del Comité Estratégico del Plan de Acción de Hidrógeno Verde 2023–2030.

Fue una invitación a la cual no dudé en aceptar ya que como exmandataria me parecía muy relevante dar mi opinión respecto a cómo seguimos fortaleciendo la transición energética y la descarbonización de nuestro país.

Durante estos meses pude ser parte de muy buenas conversaciones entre los miembros del Comité respecto a cómo vamos a enfrentar la creación de esta nueva industria en cinco dimensiones. Este comité lo conforman el exministro Juan Carlos Jobet, los gobernadores de Magallanes y Antofagasta, Jorge Flies y Ricardo Díaz, respectivamente, y diversos académicos y académicas que han trabajado los temas energéticos y ambientales en este país.

Los frutos del debate al interior del Comité serán conocidos próximamente y darán cuenta de los acuerdos alcanzados en torno a cinco dimensiones: ambiental, internacional, económica, capital humano y desarrollo tecnológico, y ciudadana. Ahí fijamos las bases que permitirán aprovechar esta ventana de oportunidad única para el país, transformando a esta industria en un pilar para el desarrollo, manteniendo los más altos estándares medioambientales y en pleno cumplimiento de las reglas del comercio internacional. El hidrógeno verde es una oportunidad, además, para fomentar la descarbonización y competitividad de la actividad productiva local y para potenciar encadenamientos productivos en las distintas regiones del país.

Por último, impulsará la creación de empleo en sectores de alta especialización, desde la investigación y desarrollo hasta la construcción y mantenimiento de infraestructuras. Estamos hablando de oportunidades concretas para nuestros jóvenes, para las comunidades locales y para todos aquellos que buscamos contribuir para tener un futuro mejor.

En Chile las políticas energéticas son políticas de Estado, independientemente del color político del Gobierno de turno, lo que se ha reflejado en los importantes avances que hemos conseguido en materia energética en los últimos años. Los acuerdos que conseguimos al alero de este Comité Estratégico son un buen ejemplo de que es posible recuperar esa capacidad de alcanzar acuerdos transversales que favorezcan al desarrollo del país y permitan mejorar la calidad de vida de las chilenas y chilenos.

Fuente:  El pais 

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