- Innovación tecnológica, eficiencia energética y compromiso ambiental están redefiniendo la minería en Chile, con proyectos emblemáticos en regiones clave como Antofagasta y referencias a nivel mundial.
La minería, motor económico de Chile, se encuentra en un proceso de transformación profunda impulsado por la transición energética. Las metas son ambiciosas: reducir significativamente la huella de carbono para 2030 y lograr la carbono neutralidad en 2040, según lo establece la “Política Minera 2050”. Y para lograrlo, las energías renovables se han posicionado como una pieza clave.
Actualmente, más del 60% de la energía contratada por el sector minero en Chile proviene de fuentes renovables, según datos de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco). Esta tendencia responde tanto a exigencias globales como el Carbon Border Adjustment Mechanism (CBAM) europeo, que demanda procesos de producción más limpios, como a necesidades operativas: la energía representa hasta el 30% de los costos en algunos procesos mineros.
“Primero, la presión global por reducir las emisiones exige a los proveedores de materias primas, especialmente cobre y litio, una huella de carbono cada vez más baja. Y en segundo lugar, el consumo eléctrico en minería es significativo, por lo que la eficiencia energética se vuelve una ventaja competitiva”, explicó Ana Lía Rojas, directora ejecutiva de Acera, en entrevista con Revista Minería Chilena.
Antofagasta: un hub de innovación energética
En la Región de Antofagasta —epicentro de la gran minería del cobre— también se están gestando proyectos de gran relevancia en esta transformación. Uno de los más destacados es INNA de AES Andes, con una inversión estimada de US$10.000 millones, esta iniciativa generará más de 5.000 empleos, y una vez operativo, tendrá la capacidad de producir anualmente 100 mil toneladas de hidrógeno verde y 650 mil toneladas de amoníaco verde, recursos fundamentales para la descarbonización de industrias como la minería, contribuyendo directamente a las metas de Chile en materia de cambio climático.
“El hidrógeno verde representa una oportunidad transformadora para la minería y para Chile en su conjunto. No solo permite descarbonizar procesos intensivos en energía, como el transporte o la producción de calor industrial, sino que también posiciona al país como un actor clave en la economía del futuro. La incorporación de este vector energético puede hacer que la minería chilena no solo sea más competitiva, sino también un referente global en sostenibilidad”, afirma Luis Sarrás, vicepresidente de Desarrollo de Negocios e Hidrógeno Verde de AES Andes.
Este tipo de iniciativas refuerzan la posición de Antofagasta como un polo no sólo minero, sino también tecnológico y energético, donde confluyen la demanda por energías limpias y la innovación en soluciones aplicadas directamente en faenas mineras.
La transición energética en minería no solo se centra en la matriz energética, sino también en la adopción de tecnologías como la electromovilidad, la automatización y la gestión eficiente del agua. “La disminución de costos, la innovación, la sostenibilidad y la conciencia social son factores clave en un sector que busca constantemente tecnologías eficientes para convertirse en una industria más verde”, señaló Magdalena Andrade, ingeniera de Nuevos Negocios e Innovación de Enami, en declaraciones a la Revista.